Cómo funciona el metabolismo
Para entender cómo funciona, primero debemos saber qué es. Llamamos metabolismo al conjunto de reacciones químicas que se producen en el organismo y que convierten el alimento en energía. No debemos confundirlo con el gasto energético, que sería la energía empleada en el desarrollo de las funciones del cuerpo humano.
La mayoría de los casos de exceso de peso tienen relación con un bajo gasto energético, sobre todo por culpa del sedentarismo; sin embargo, siempre han existido mitos alrededor de nuestro metabolismo, al que casi siempre le echamos la culpa de los kilos de más. El doctor Camilo Silva Froján, especialista del dpto. de Endocrinología de la Clínica Universitaria de Navarra y la doctora Susan Bowerman, médico dietista en el Centro de Nutrición Humana de la Universidad de California (UCLA) y consultora de Herbalife, nos aclaran algunas dudas y nos cuentan la verdad sobre muchos de los mitos que rodean al metabolismo.
Los años me hacen ganar kilos...
SÍ. Las personas tienden a ganar peso a medida que se hacen mayores, pero normalmente este aumento se debe a que practican menos ejercicio y, por consiguiente, queman menos calorías. Como consecuencia, se produce una pérdida de masa muscular, lo que a la larga se traduce en una reducción de la tasa metabólica. El ejercicio cardiovascular para quemar calorías y el entrenamiento de fuerza para mantener o construir músculo son grandes defensas contra los problemas relacionados con la edad o el aumento de peso.
Si dejo de comer por las noches, perderé más peso...
NO. Si te saltas la cena, reducirás el consumo de calorías en general. Pero eso no significa que consumir todas las calorías antes de que el sol se ponga vaya a acelerar la pérdida de peso, a no ser que comamos menos de las que necesitamos. Y es que la pérdida de peso se fundamenta sobre la realización de balances energéticos negativos a lo largo del tiempo, es decir, que el ingreso de energía a través de los alimentos sea inferior al gasto energético. Pero es muy importante recordar que saltarse el desayuno, la comida o la cena puede ser contraproducente, ya que se tiene más apetito, con el consiguiente riesgo de picoteo o de excederse en la siguiente toma de alimentos.
Si como menos, no necesariamente adelgazo...
SÍ. Existe la teoría de que si tomamos menos calorías el metabolismo se ralentiza y provoca que ganemos unos kilos de más. Es cierto, pero las variaciones son insignificantes. Sin embargo, si nos volvemos más activos, podemos compensar estos cambios y bajar un poco de peso. Con una combinación de dieta y ejercicio ayudaremos a preservar el ritmo al que nuestro cuerpo quema calorías. De hecho, cuando se prescribe un tratamiento dietético se calcula el gasto energético total del paciente. La dieta aconsejada debe ser moderadamente hipocalórica (entre 500 y 1.000 kcal menos que el gasto energético total del paciente). Con este tipo de regímenes el descenso del gasto energético en reposo es más lento que con dietas muy estrictas. Aún así, al perder peso y consumir menos calorías disminuye el gasto energético en reposo, que se puede compensar con un aumento de la actividad física moderada.
Quemo más calorías con los alimentos fríos que con los calientes...
NO. En un laboratorio se ha medido el aumento de la quema de calorías de las personas que toman bebidas muy frías. La diferencia es demasiado pequeña (unas 10 calorías menos al día) como para tener un impacto significativo en la pérdida de peso.
La menopausia altera mi organismo...
SÍ. Durante la menopausia, sí se engorda. Se trata de una etapa de la vida caracterizada por muchos cambios fisiológicos y hormonales. El cuerpo quema calorías más lentamente, haciendo más difícil mantener el peso ideal. El motivo de esta reducción es que el cuerpo comienza a reemplazar músculo por grasa y ésta se quema mucho más lentamente. Así, perder peso y mantenerlo se convierte en un desafío complicado, pero no imposible.
En definitiva, no puedo cambiar mi metabolismo...
NO. No es del todo cierto. Existen tres formas de gasto energético. Por una parte, el que se produce en reposo y que se refiere a la energía que se emplea en el sostenimiento de las funciones del organismo (respiración, circulación, actividad cerebral...) y el gasto energético por la actividad termogénica de los alimentos, es decir, la energía empleada en el procesamiento de la comida. Estos dos son muy difíciles de alterar. El único gasto que podemos modificar de manera significativa es el relacionado con la actividad física. Por eso los expertos recomiendan practicar ejercicio.
Durante el día, ¡muévete! Dieta + ejercicio
Los estudios indican que, aunque la dieta y la actividad física son factores implicados en la pérdida y el mantenimiento del peso, la dieta es más importante para perder y la actividad física para mantenerlo.
Aunque existen diferentes tipos de ejercicio físico (cardiovascular o aeróbico, de fuerza muscular, de elasticidad muscular), los expertos aconsejan un aumento de la actividad física cotidiana, es decir, aquella que realizamos a lo largo del día y que no es trabajo (utilizar la escaleras en vez del ascensor, etc.) y también planes de ejercicio físico personalizado (caminar, nadar, etc.). Asimismo, debemos incrementar las actividades que impliquen un mayor gasto de energía y limitar el ocio sedentario como la televisión.
Solicite asesoramiento nutricional sin compromiso en www.euroherbal.com
La mayoría de los casos de exceso de peso tienen relación con un bajo gasto energético, sobre todo por culpa del sedentarismo; sin embargo, siempre han existido mitos alrededor de nuestro metabolismo, al que casi siempre le echamos la culpa de los kilos de más. El doctor Camilo Silva Froján, especialista del dpto. de Endocrinología de la Clínica Universitaria de Navarra y la doctora Susan Bowerman, médico dietista en el Centro de Nutrición Humana de la Universidad de California (UCLA) y consultora de Herbalife, nos aclaran algunas dudas y nos cuentan la verdad sobre muchos de los mitos que rodean al metabolismo.
Los años me hacen ganar kilos...
SÍ. Las personas tienden a ganar peso a medida que se hacen mayores, pero normalmente este aumento se debe a que practican menos ejercicio y, por consiguiente, queman menos calorías. Como consecuencia, se produce una pérdida de masa muscular, lo que a la larga se traduce en una reducción de la tasa metabólica. El ejercicio cardiovascular para quemar calorías y el entrenamiento de fuerza para mantener o construir músculo son grandes defensas contra los problemas relacionados con la edad o el aumento de peso.
Si dejo de comer por las noches, perderé más peso...
NO. Si te saltas la cena, reducirás el consumo de calorías en general. Pero eso no significa que consumir todas las calorías antes de que el sol se ponga vaya a acelerar la pérdida de peso, a no ser que comamos menos de las que necesitamos. Y es que la pérdida de peso se fundamenta sobre la realización de balances energéticos negativos a lo largo del tiempo, es decir, que el ingreso de energía a través de los alimentos sea inferior al gasto energético. Pero es muy importante recordar que saltarse el desayuno, la comida o la cena puede ser contraproducente, ya que se tiene más apetito, con el consiguiente riesgo de picoteo o de excederse en la siguiente toma de alimentos.
Si como menos, no necesariamente adelgazo...
SÍ. Existe la teoría de que si tomamos menos calorías el metabolismo se ralentiza y provoca que ganemos unos kilos de más. Es cierto, pero las variaciones son insignificantes. Sin embargo, si nos volvemos más activos, podemos compensar estos cambios y bajar un poco de peso. Con una combinación de dieta y ejercicio ayudaremos a preservar el ritmo al que nuestro cuerpo quema calorías. De hecho, cuando se prescribe un tratamiento dietético se calcula el gasto energético total del paciente. La dieta aconsejada debe ser moderadamente hipocalórica (entre 500 y 1.000 kcal menos que el gasto energético total del paciente). Con este tipo de regímenes el descenso del gasto energético en reposo es más lento que con dietas muy estrictas. Aún así, al perder peso y consumir menos calorías disminuye el gasto energético en reposo, que se puede compensar con un aumento de la actividad física moderada.
Quemo más calorías con los alimentos fríos que con los calientes...
NO. En un laboratorio se ha medido el aumento de la quema de calorías de las personas que toman bebidas muy frías. La diferencia es demasiado pequeña (unas 10 calorías menos al día) como para tener un impacto significativo en la pérdida de peso.
La menopausia altera mi organismo...
SÍ. Durante la menopausia, sí se engorda. Se trata de una etapa de la vida caracterizada por muchos cambios fisiológicos y hormonales. El cuerpo quema calorías más lentamente, haciendo más difícil mantener el peso ideal. El motivo de esta reducción es que el cuerpo comienza a reemplazar músculo por grasa y ésta se quema mucho más lentamente. Así, perder peso y mantenerlo se convierte en un desafío complicado, pero no imposible.
En definitiva, no puedo cambiar mi metabolismo...
NO. No es del todo cierto. Existen tres formas de gasto energético. Por una parte, el que se produce en reposo y que se refiere a la energía que se emplea en el sostenimiento de las funciones del organismo (respiración, circulación, actividad cerebral...) y el gasto energético por la actividad termogénica de los alimentos, es decir, la energía empleada en el procesamiento de la comida. Estos dos son muy difíciles de alterar. El único gasto que podemos modificar de manera significativa es el relacionado con la actividad física. Por eso los expertos recomiendan practicar ejercicio.
Durante el día, ¡muévete! Dieta + ejercicio
Los estudios indican que, aunque la dieta y la actividad física son factores implicados en la pérdida y el mantenimiento del peso, la dieta es más importante para perder y la actividad física para mantenerlo.
Aunque existen diferentes tipos de ejercicio físico (cardiovascular o aeróbico, de fuerza muscular, de elasticidad muscular), los expertos aconsejan un aumento de la actividad física cotidiana, es decir, aquella que realizamos a lo largo del día y que no es trabajo (utilizar la escaleras en vez del ascensor, etc.) y también planes de ejercicio físico personalizado (caminar, nadar, etc.). Asimismo, debemos incrementar las actividades que impliquen un mayor gasto de energía y limitar el ocio sedentario como la televisión.
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